Hace unos meses agarré ese libro de mandalas e ilustraciones guardado por casi un año y pinté con los colores que sentí usar.
A este capítulo de mi vida le llamo el lado B.
Jamás había pintado un mandala, entonces amé seleccionar las paletas de color para cada uno y darles vida.
Me lancé con un poquito de miedo y sentí un placer que nunca había sentido.
Me lancé con un poquito de miedo y sentí un placer que nunca había sentido.
Hubo un despertar.
Me descubrí.